MARTINA Y LA EXPOCISIÓN DE GEOGRAFÍA

 

Era un lunes por la mañana, cuando un rayo de sol se coló por la ventana de Martina y la obligó a cerrar los ojos de nuevo. Había pasado la noche en vela pensando cómo podría haber hecho las cosas mejor durante su exposición en la clase de geografía. Había sacado un 9 de calificación, casi excelente, pero casi para ella no era suficiente.

Le costó mucho trabajo levantarse de la cama. Quince minutos antes de la hora de entrada los gritos enfurecidos de su mamá desde el automóvil la obligaron a levantarse: - “Apúrate Martina, siempre llegar tarde, estoy harta de que siempre me hagas esperar”- .

Asustada, mientras su corazón latía agitadamente, se enfundó el uniforme sucio que había dejado el día anterior en una silla y salió a toda prisa hacia la escuela. Lo único que le importaba era evitar que la reprobaban.

Su olor y su apariencia desató murmullos entre los compañeros.

Ella se dio cuenta de las miradas inquisitivas, pero al no reconocer el motivo comenzó a imaginar que debía haber algo terrible en su persona que causaba dicho efecto.

-“Siempre lo supe, soy una niña fea”.

-“Segura se habrán dado cuenta lo tonta que soy por lo mal que me fue en la exposición”

-“Creo que a nadie le caigo bien, mi papá tiene razón, soy insoportable”.

-“Ni siquiera mi mamá me quiere, ¿por qué me querría alguien más?”

-“Creo que soy una niña mala”.

Al abrir su lapicera encontró su compás. Se sentía muy triste y mal consigo misma y decidió castigarse para mitigar la culpa que sentía. Al sonar la campana del receso se dirigió apresuradamente al baño, se alzó la falta y comenzó a hacerse rayones en la parte interna de los muslos. –“A ver si así aprendes a hacer mejor tus tareas”, -“A ver si recuerdas guardar silencio para no molestar a la gente con tus tonterías”, se decía mientras lo hacía. Y pudo llorar, por fin pudo llorar, por su frustración en la escuela, por las fuertes críticas e insultos que recibía de parte de sus papás, por el rechazo de sus compañeros, y así se encontraba absorta en sus pensamientos cuando sonó de nuevo la campana, y corrió a toda prisa de vuelta al salón.

 

La maestra Celeste que era muy observadora, se dio cuenta de un ligero hilo de sangre que escurría por sus piernas, y la detuvo cariñosamente en la entrada del salón, y de una manera discreta y rápido la condujo a la enfermería pensando que se trataba de la menarquia Ven Martina, acompáñame un momento, por favor.

 

-Martina, querida, te dejo con la doctora, ella te va a explicar algunas cosas-. Se la encargo mucho, agregó dirigiéndose a la medico escolar.

-No sé preocupe maestra, yo me encargo.

Martina se encontraba aterrorizada, sabía que estaban a punto de descubrir su doloroso secreto, y en cuanto su maestra salió intentó escapar del consultorio, pero la maestra, que tenía experiencia tratando con adolescentes le pidió que se detuviera por favor. –“Todo va a estar bien pequeña, te lo prometo”. Le dijo mientras le extendía los brazos amorosamente.

Martina la escuchó y su corazón sintió algo de alivio.

¿Qué quisieras que hiciera Martina?

Opciones:

1.       – Martina salió corriendo y se encerró en el baño, se aseó lo mejor posible con agua y papeles y regresó a su salón como si nada hubiera pasado.

 

2.       – Martina se detuvo y regresó para aferrarse fuertemente a los brazos de la doctora.