Foto tomada de internet
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El poder del agradecimiento

Por Psic. Gaby Merino

27 de junio del 2014

Toda la gente habla de este poder, aún los más escépticos al preguntarse si serviría, si sería real, si existiría. Estos de la mano de aquellos que llevaron una vida de maltrato y sufrimiento en el pasado y a los que les cuesta trabajo encontrar una razón para agradecer, aun cuando reconocen que alguien está haciendo algo por ellos el día de hoy.

 

Lo cierto es que el agradecimiento va más allá de un acto de educación. Es un estado que representa un regalo aún mayor para nosotros mismos que lo que pudiera representar para la persona que hace algo bueno hacia nosotros.

 

Cuando decimos “gracias” de corazón, una hermosa energía recorre nuestro cuerpo, nos llenamos de una inmensa alegría y paz e implica el recordar que a pesar de las adversidades hay situaciones que ha valido la pena vivir y cosas que nos han hecho sonreír y que vale la pena recordar.

 

Cuando le damos las gracias a otra persona, además, la motivamos a seguir teniendo atenciones o detalles con nosotros, y es más probable que nos ayuden o nos hagan un favor en otra ocasión en la que les necesitemos, porque sienten valorado su esfuerzo.

Foto tomada de internet
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El agradecimiento es un hábito que se debe de trabajar a base de disciplina para desarrollarlo. No basta con repetirlo como loritos porque así nos lo enseñaron en la escuela, hace falta acostumbrarse a sentirlo, vivir el agradecimiento y no sólo por los favores que nos hacen, sino por la buena suerte, por la vida, por las habilidades que tenemos, por los buenos momentos,  por las cosas que llegaron a nosotros por parte de personas a las que ni siquiera se las pedimos, por los árboles, por el sol, etc… y hago hincapié en todo esto ya que por naturaleza, el ser humano, siempre inconforme e incompleto tiende a ver el pelo en la sopa. Analízate un poco, ¿cuántas veces al día te quejas?, más aún ¿cuántas veces cada hora te quejas? Yo alguna vez conté seis y me di cuenta de que era momento de parar porque las quejas traen consigo una órbita de enojo y mala vibra que tiende a ser contagiosa. Si te quejas de todo, si críticas, si juzgas, un día descubrirás que la gente a tu alrededor estará haciendo lo mismo incluso contigo.

 

Quitarse este mal hábito, como todos los demás, es difícil pero si nos esforzamos por desarrollar la costumbre de agradecer nos daremos cuenta de que a nuestra mente poco a poco se le irá haciendo natural el ver el lado bueno de las cosas, y al estar tranquilos y con apertura nos será más fácil encontrar soluciones y posibilidades en donde antes sólo veíamos problemas y dificultades.

 

Veintiún días para formar un hábito, ¡vale la pena intentarlo!  Al principio cuesta trabajo empezar, pero poco a poco se va volviendo más fácil, hasta el grado de volverse espontáneo. Por mi parte puedo resumir el resultado de esta experiencia en una bella palabra:” PAZ”.

 

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