MAMÁS CON MIEDO AL ABANDONO

Por Psic. Gabriela Merino Huber

Súper heroínas, poderosas, doctoras, enfermeras, maestras; luchadoras incansables, protectoras. Cocineras, psicólogas, ángeles, SANTAS.

 

Me quedo corta con esta lista de atributos al tratar de describir a las madres mexicanas, que de manera abnegada lo dejan todo en pro del bienestar de sus hijos. Sacrificadas también dice la sociedad que deben ser para ser “buenas madres”.

 

Pero se nos ha olvidado que esos personajes mitológicos son en realidad HUMANOS. Sí, humanos, como todos los demás. Y cuando nos quejamos de lo que no nos dieron, de lo que no hacen o hicieron por nosotros, de los errores que cometieron, estamos pasando por  alto precisamente eso, que no pueden ser perfectas.

Todas ellas van arrastrando las carencias afectivas provenientes de su familia y a muchas incluso les falta madurar, conocerse y amarse a sí mismas para poder transmitirle eso a sus hijos, pues algunas empezaron muy jóvenes con esto de la maternidad, y así,  a propósito de las imperfecciones de las madres, aterrizamos  de lleno en el tema de hoy: “Mamás que temen ser abandonadas por sus hijos”, ¿crees que podría pasar?, ¿qué no era al revés? Hijos que crecían con miedo al abandono de sus padres…

 

Pues bien, después de años de análisis acerca de la patología familiar, de los problemas entre madres e hijos; los conflictos de las hijas con sus madres, y de unas madres “con otras madres”… Descubrí que es mayor el temor que las mamás sienten a ser abandonadas una vez que han sacrificado tanto de su vida personal por los hijos.

 

No es chantaje, en serio, han sacrificado un montón de cosas, pero a pesar de eso,   por más que se esforzaron nunca alcanzaron el ideal social de cómo ser “buenas mamás”.

 

Y después de las noches sin dormir, de dejar de comprarse cosas para darle a sus hijos, de abandonar la fiesta y la vida social, de la frustración de tener que educar en lugar de consentir, de tener que cuidar en lugar de divertir… ¡Chaz! Se encuentran de pronto ante la posibilidad de ser olvidadas por esos seres a los cuáles les entregaron todo, hasta la belleza física y la energía.

Muchas se vuelven ansiosas, controladoras, manipuladoras por el miedo de perder a sus hijos… ¿el resultado? Hijos que huyen cada vez más de ellas.

 

Mi intención no es criticarlas, lo que intento es hacer una invitación a los hijos(as) a tener un poco más de compasión y comprensión hacia ellas, y a encontrar la manera de ayudarlas a sentir menos inseguridad, ya que por algún punto este ciclo vicioso se debe de romper.

 

 Crecer, implica darnos cuenta de esta realidad y reconocer que  así como siendo hijos llegamos a la edad adulta con carencias, miedos y ansiedades, ellas también  pudieron pasarlo siendo hijas de alguien más. Crecer implica a veces tener que tomar el conocimiento de otras personas, u otros lugares para aplicar nuevos esquemas de comunicación dentro de nuestra familia, y explicarles a las mamás con amor  y respeto, que eso a lo que evidentemente le temen, aún sin decírnoslo directa y claramente, no tiene fundamento pues dentro del corazón de todo hijo hay amor y agradecimiento a pesar de la necesidad y el impulso natural que tienen cuando llegan a la edad adulta de crearse una propia vida y de luchar por un proyecto personal. Eso no implica que los hijos no quieran compartir con sus madres su éxito, sólo implica que quieren lograrlo por sus propios medios y con su propio esfuerzo.

 

Implica también ayudarle a entender a las madres que existen otras formas de participar de la vida de sus hijos además de mandarlos y dirigirlos, y que no necesitan intentar controlarlos para que ellos deseen volver a su lado, sino todo lo contrario.

 

Mi propuesta es: Sin dejar de plantear límites firmes acerca de lo que deseamos hacer con nuestra vida, expresemos de manera más clara y frecuente el amor que sentimos hacia nuestras madres así como lo importantes que son para nosotros. Esto podría ayudarlas a calmar su ansiedad y darse cuenta de que su esfuerzo valió la pena en todo momento.

 

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